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Hermanamiento con Rosario, Argentina

Texto de la Conferencia dictada tras la firma del Convenio de Colaboración en el Bicentenario entre la Municipalidad de Rosario, Argentina, y la Ciudad de México,  por el Doctor Enrique Márquez, Coordinador de la Comisión Bi100.

1º de Julio de 2009,

Salón Carrasco, Municipalidad de Rosario.

Sr. Intendente de la Municipalidad de Rosario, Ing. Don Miguel  Lifschitz.

Distinguidos invitados.

Después de congratularnos enormemente por la firma de este Convenio de Colaboración, quisiera hablarles brevemente de la circunstancia que vivió la Ciudad de México en 1808, cuando se preparaban nuestras guerras de Independencia.

LA CIUDAD DE MÉXICO A LA HORA DE LAS INDEPENDENCIAS EN IBEROAMÉRICA.

1. 1808,  EN LA CIUDAD DE LAS IDEAS PELIGROSAS.

Hace poco más de doscientos años, en 1808,   un 1º de julio, como  hoy,  faltaban 14 días para que las primeras noticias sobre la crisis de la monarquía española arribaran, con la barca Ventura, procedentes de Cádiz, al puerto de Veracruz y de aquí a la Ciudad de México. 1808, el 17 de marzo había ocurrido el Motín de Aranjuez, que sacó violentamente de escena a Carlos IV y al Ministro Godoy. El 2 de mayo, en la Puerta del Sol de Madrid, se iniciaba la Guerra de Independencia de España contra el Imperio de Napoleón, que duraría seis años (1808-1814).  No hacía mucho -1807- que, precipitada también por Napoleón, la Casa Real portuguesa se había trasladado a Río. No había transcurrido ni un lustro de la derrota naval de la armada española en Trafalgar y de la invasión de Gran Bretaña a Buenos Aires que, tres años después, del 18 al 25, habría de vivir la histórica Semana de Mayo, en la que con Castelli, Belgrano y Saavedra, se luchaba por la Independencia en el Virreinato del Río de la Plata. 1810. Hacía dos años, 1808, que la crisis de la monarquía ibérica, desatada por los sucesos de Aranjuez, Bayona y Madrid,  se había dejado sentir con mucha fuerza y expectación en la Ciudad de México.

2. ¡MUERA NAPOLEÓN! ¡VIVA ESPAÑA!

“La lucha, mejor dicho, la carnicería era espantosa en la Puerta del Sol, refiere el célebre personaje de Benito Pérez Galdós, en la tercera novela de sus Episodios Nacionales1. Cuando cesó el fuego y comenzaron a funcionar los caballos, la guardia polaca, llamada noble, y los famosos mamelucos2 cayeron a sablazos sobre el pueblo, siendo los ocupadores de la calle Mayor los que alcanzamos la peor parte, porque por uno y otro flanco nos atacaban los feroces jinetes [...]

“Nadie podrá imaginar cómo eran aquellos combates parciales. Mientras desde las ventanas y desde la calle se les hacía fuego, los manolos les atacaban navaja en mano, y las mujeres clavaban sus dedos en la cabeza del caballo, o saltaban, asiendo por los brazos al jinete. Este recibía auxilio, y al instante acudían dos, tres, diez, veinte, que eran atacados de la misma manera, y se formaba una confusión, una mezcolanza horrible y sangrienta que no se puede pintar. Los caballos vencían al fin y avanzaban al galope, y cuando la multitud, encontrándose libre, se extendía hacia la Puerta del Sol, una lluvia de metralla le cerraba el paso.

“Perdí de vista a la Primorosa en uno de aquellos espantosos choques; pero al poco rato la vi reaparecer, lamentándose de haber perdido su cuchillo, y me arrancó el fusil de las manos con tanta fuerza, que no pude impedirlo. Quedé desarmado en el mismo momento en que una fuerte embestida de los franceses nos hizo recular a la acera de San Felipe el Real.  El anciano noble fue herido junto a mí: quise sostenerle, pero deslizándose de mis manos, cayó exclamando: « ¡Muera Napoleón! ¡Viva España!».

3. ¡VIVA FERNANDO VII!, ERA EL GRITO, A LOS DOS LADOS DEL ATLÁNTICO.

Mayo de 1808, exactamente dos años antes del estallido independentista de Argentina.  En la Puerta del Sol estaba iniciándose la Guerra de Independencia del pueblo español contra el imperio de Napoleón, quien, desde finales de 1807, había decidido convertir a España en un estado periférico para administrar su política exterior y sus recursos.  Cuarenta y cinco días antes, el 17 de marzo, en el inicio de la larga crisis del Reino de España, una turba de soldados, campesinos y servidores de palacio obligó a Carlos IV a destituir a su Ministro. Dos días más tarde, otra muchedumbre lleva al rey a abdicar a favor de su hijo, el Príncipe de Asturias,  que se convirtió en Fernando VII. En abril, en Bayona, Napoleón, quien ya había introducido en España las tropas francesas, obligó a Fernando VII a abdicar el trono en favor de José, hermano del emperador. Al comenzar el verano, una revolución nacional en nombre del “Deseado” Fernando, preso con su padre en Francia, fragmenta a España en un conglomerado de ciudades-estado y provincias autónomas gobernadas por juntas de notables locales.  Estas juntas provinciales organizaron la resistencia contra las autoridades francesas de ocupación y el 19 de julio, un día antes de la entrada de José I a Madrid, el ejército de la Junta de Sevilla alcanza una significativa victoria sobre los expedicionarios franceses en Bailén. La causa patriótica española parecía a punto del triunfo, pero la invasión napoleónica a la península lo habría de retrasar, a pesar de todo, seis años más.     La Guerra de Independencia española (1808-1814) estaba en marcha y, como una gran paradoja histórica, la crisis del antiguo régimen abría el espacio a las guerras de Independencia en América (1810-1824). Esa crisis, que tuvo como denominador común, en ambos lados del Atlántico, la reivindicación patriótica de Fernando VII en contra del usurpador francés, habría de encontrar, entre julio y septiembre de 1808, en la Ciudad de México, una significativa y dramática repercusión3.

4. “POR SER INMORTAL EL PUEBLO”.

Siguiendo los ejemplos de las juntas provinciales de Oviedo, Murcia, Madrid o Sevilla, organizadas para la resistencia contra los franceses, el cabildo de México, primero, y luego los de Chuquisisaca, en Bolivia, Quito, Caracas, Cartagena, Buenos Aires, Santa Fe de Bogotá,  Montevideo y Santiago, intentaron, entre 1808 y 1809, y con resultados de suerte variada, crear sus Juntas Patrióticas y de gobierno.   Sería sólo cuestión de meses para que, en abril de 1810, Caracas se levantase ya con una proclama de independencia; en mayo fue el turno de Buenos Aires;  en septiembre el de Nueva España y Santiago.

El 19 de julio de 1808, el día mismo de la victoria de la Junta de Sevilla en Bailén, un día antes de la entrada de José I a Madrid, el Ayuntamiento de México, aliado con el Virrey José de Iturrigaray, archifamoso por su inclinación al contrabando de ropa que traía del continente europeo, por los galgos y perros daneses que solía pasear, rodeado de familiares y sirviente, por el Bosque de Chapultepec,   decidió enfrentar la crisis del poder monárquico en la Nueva España con una iniciativa autonómica, pro independentista, que pretendía resolver la crisis con la sustitución del ausente poder soberano con el reconocimiento de la soberanía popular y la fundación de un poder nacional basado en los ayuntamientos. 

“Dos son la autoridades legítimas que reconocemos, la primera es de nuestros Soberanos, y la segunda de los Ayuntamientos aprobada y confirmada por aquellos”, afirmó, en el cabildo extraordinario del 19 de julio, Francisco Primo de Verdad y Ramos, Síndico del Común del Ayuntamiento, cabeza del grupo de criollos precursores de la Guerra de la Independencia. “La primera autoridad –continuaría Verdad y Ramos- puede faltar faltando los Reyes y por consiguiente falta en los que la han recibido como una fuente que mana por canales diversas; la segunda es indefectible, por ser  inmortal el pueblo, y hallarse en libertad no habiendo reconocido otro soberano extranjero que le oprima con la fuerza, y a quien haya manifestado tácita o expresamente su voluntad y homenajes”4.  

Para el 15 de septiembre de 1808, dos meses después, el primer intento de autonomía o independencia en Nueva España tuvo su correspondencia dura y dramática en el golpe organizado por los comerciantes peninsulares de la capital, que remató en el encarcelamiento y la muerte de varios de los precursores independentistas, como Verdad y Ramos, que pereció envenenado y estrangulado en el Palacio del Arzobispado.  En diciembre de 1809, muy vinculado con el Plan de México, como por entonces se le conoció,  tuvo lugar en Valladolid, hoy Morelia,  otro intento de ruptura con el reino, que sería violentamente contenido.   La Guerra de Independencia en Nueva España habría de irrumpir, finalmente, en la región de Querétaro y Guanajuato, el 16 de septiembre de 1810, una semana antes de la reunión de las Cortes de Cádiz; cuatro meses después de la Semana de Mayo argentina, con todos los antecedentes menudos que la explican.

5. LA CIUDAD DE MÉXICO EN LOS BICENTENARIOS DE IBEROAMÉRICA.

Por todas estas razones históricas, entreveradas y complejas, fascinantes que son, la Ciudad de México, con su Jefe de Gobierno, el Lic. Marcelo Ebrard Casaubon,  está desarrollando el programa La Ciudad de México en los Bicentenarios de Iberoamérica,  que integra diez proyectos que, desde ahora, están a su plena disposición. Porque nuestras conmemoraciones históricas del año entrante, más que un motivo para el regocijo historiográfico conservador que desmotiva y aísla, pueden abrirnos, a la Municipalidad de Rosario y a la Ciudad de México, nuevos caminos de convivencia y colaboración.

Muchas gracias.

Felicidades.



1Madrid, Imp. de Noguera a cargo de M. Martínez, 1875. 

2 Guardia de mercenarios traídos por Napoleón Bonaparte de su campaña de Egipto.

3 Para este repaso histórico, ver Raymond Carr, España 1808-1875, Madrid, Ariel Historia, 2007, 14ª edición.

4 Lic. D. Francisco Primo de Verdad y Ramos, Memoria Póstuma, México, Comisión para las Celebraciones del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución en la Ciudad de México, 2007, 3º edición basada en la publicación de Genaro García, Documentos Históricos Mexicanos, México, Museo nacional de Arqueología, Historia y Antropología,  1910, Vol. II.