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¿Las redes sociales aislan o comunican?

Por 27.08.2013

¿Las redes sociales aislan o comunican?

Algunos ven las redes sociales como enemigas de la comunicación, cuando precisamente están pensadas originalmente para facilitarla

Estos días circula un vídeo (se puede encontrar al final de esta anotación) que cuenta la historia de un día en la vida de alguien que ha olvidado su smartphone. Es una película cortísima, con una duración poco mayor a los dos minutos, que ha conseguido ser visualizado en YouTube más de diez millones de veces en cinco días, lo cual demuestra su viralidad. Tal vez es porque nos preocupa ser rehenes de un teléfono móvil, porque en alguna ocasión hemos pensado que nuestros amigos o nuestra pareja nos hacían menos caso del debido por culpa de ese pequeño trasto casi imprescindible en todos los momentos de nuestras vidas. Me pensaré volver a entrar en casa si descubro que me he puesto un calcetín de cada color, o incluso si me he dejado la carpeta con los documentos que necesito en mi próxima reunión, pero no hay duda de que volveré si me he dejado mi iPhone.

Me parece ridículo pensar que podemos llegar a tener celos de un teléfono. Más bien me decanto por la idea del miedo. Un miedo equivocado, como casi siempre pasa. Se ha repetido muchas veces en la historia de la humanidad. Tememos por que casi todo lo que aparece con fuerza en nuestras vidas, y las condiciona, pueda traer aislamiento a las mismas. ¿Nos aísla un teléfono móvil? ¿Seguro? En principio parece una contradicción que algo pensado para comunicar termine aislando. No lo creo. En realidad ese temor, casi atávico, al teléfono enmascara el miedo a las redes sociales y otras herramientas de comunicación. Entonces… ¿son las redes sociales las que nos aislan? Tampoco lo creo.

movilaudienciaLas posibilidades de comunicación de las herramientas asociadas a un teléfono inteligente amplían considerablemente aquellas que nos ofrecían los viejos teléfonos que solamente servían para llamar o intercambiar mensajes cortos. Esto supone una ayuda en la vida diaria, tanto en el plano personal como el profesional. La asociación entre las herramientas sociales de Internet y los teléfonos móviles se justifica por los datos. Estamos hablando de que el tráfico generado en Internet desde teléfonos móviles supone un 8% del tráfico global en EEUU (datos de Comscore para el año 2011). Sus usuarios lo utilizan para enviar mensajes, tomar fotos, usar su correo electrónico, acceder a redes sociales (el 35% en EEUU y el 25% en Europa) o blogs, consultar el tiempo, jugar, buscar, leer noticias, escuchar música, acceder a información deportiva o de mercados, e incluso para comprar (véase cuadro adjunto, procedente del citado informe de Comscore). O sea, para casi todo.

El temor al aislamiento se incrementa en la medida que el motivo se percibe como más atractivo

Pasamos horas al día colgados del teléfono haciendo todas esas cosas, aunque me da la impresión de que tememos a las redes sociales más que a nada. Y creo que tiene una explicación, como es natural. Aparte de lo reservado al ocio personal (que también tiene una capa social, puesto que a menudo se juega online con otros usuarios, conocidos o no, y se pelea por formar parte de ciertos rankings globales de logros), la mayor parte del tiempo que dedicamos a nuestro pequeño teléfono móvil estamos intercambiando información, y muy especialmente comunicándonos con otras personas. El temor al aislamiento se incrementa en la medida que el motivo se percibe como más atractivo. Pensamos que sólo un psicópata (o algo parecido) se colgaría de una actividad tan anodina (para la mayoría) como consultar los datos de la bolsa. Pero, sin embargo, consideramos posible (y peligroso) que pueda llegar el momento en que nos dejemos seducir (uno mismo o muy especialmente el que tenemos al lado) por la comunicación múltiple y poco controlada que se establece en una red social.

Las redes sociales nos comunican con los lejanos y también con quienes tenemos cerca, con quienes en buena medida compartimos de forma mucho más directa y gozosa aquello que hemos conocido a través de esa herramienta de comunicación. De forma que aquello que genera nuestro miedo más que la posibilidad de aislamiento propio es el aislamiento del prójimo. Y aún más, muchos temen quedarse descolgados de algo que atrae a tanta gente. La chica del vídeo no se encuentra incómoda por tener que compartir a sus amigos con otros con quienes estos se comunican. Se siente incómoda porque está fuera de juego. Con su móvil sería una más. La caricatura de pintar una plácida cena entre amigos en la que estos se comunican infinitamente más con otros en la distancia, a través de su teléfono, que con quienes tienen a su lado en la mesa es solamente eso: una caricatura. Algo válido para hacer humor, pero poco descriptivo de una realidad. Una vez más, parece más bien la expresión del miedo a que eso pueda suceder algún día.

La aparición de las ciudades modernas también provocó el temor de que destruyera familias

Como dije antes, de forma cíclica y persistente, en la historia se han ido sucediendo los miedos a que algo que se introducía en las vidas de la gente con fuerza arrolladora fuera a aislarlos e impedir que hicieran su habitual vida social y familiar. La aparición de las ciudades modernas es el ejemplo más potente de esto que digo. La ciudad abierta, cosmopolita e integradora, diseñada pensando en la vialidad y el comercio, con abundantes espacios públicos de recreo, también facilitaba la comunicación, e igualmente era temida porque ese enganche a la ciudad, su creciente atractivo, terminaría destruyendo familias y aislando al ciudadano. La realidad ha sido más bien la contraria.

Me parece curioso que cosas pensadas originalmente para facilitar algo sean percibidas con frecuencia como enemigas de eso mismo. Interesante que veamos como una amenaza a nuestra capacidad (y necesidad) de comunicarnos con los otros aquello que nos lo está facilitando tanto.

Y termino esta pequeña reflexión con el vídeo en cuestión. Su título es ‘I Forgot My Phone’ y, con todo, es tan corto como curioso.

David Cano es editor y fundador de laGatera, editor y creador de la marca ‘El Gato encerrado’, además de fundador e impulsor de Atomible. Realiza labores de bloguero freelance y animador de comunidades. Administrador de más de 400 perfiles de empresa en redes sociales.

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